Acrilico sobre lienzos 20 x 20 cm. Escalera en cuerda y abalorios de plata.
La luna le esperaba cada noche con los brazos abiertos y la mejor de sus luces. Un día, y otro, y otro, y otro...
... así hasta nueve meses. Y cuando ya empezaba a aburrirse de esperar, y a perder un poco de luz, nació. Le pusieron por nombre Ignacio. A la luna le gustó mucho el nombre. Y quiso ser su amiga, sabía que aquel niño era especial. Por eso, una noche de verano, bajó una brillante escalera hasta la tierra para que Ignacio, si quisiera, subiera a conocerla.